Cirugía plástica, TDC y salud emocional:
expectativas y realidad
La mayoría de nosotros no está conforme con su aspecto físico. Siempre hay por lo menos un detalle que quisiéramos cambiar, y lo haríamos de tener la oportunidad.
Si tú no lo has hecho, y aunque no pienses hacerlo, quizá ha pasado por tu mente realizarte una cirugía estética. Si ya lo has hecho, probablemente tenías más de una razón para hacerlo. Como sea, tanto el deseo como la decisión de operarte por una razón ‘estética’ son cuestiones completamente personales que nadie que no seas tú mismo puede juzgar.
¿Por qué decidimos realizarnos una cirugía plástica?
Además de las cuestiones de salud, existen varias razones por las que queremos, o decidimos, someternos a una cirugía plástica. Por ejemplo:
- Cuando no estamos satisfechos con algunas parte de nuestro cuerpo.
- Cuando queremos encajar en los cánones de belleza establecidos.
- Cuando sentimos que no encajamos en la sociedad por la apariencia que tenemos.
- Cuando rechazamos nuestra imagen corporal.
En muchos casos, el deseo de operarnos nace desde emociones negativas como el autorechazo o la baja autoestima. Y en gran parte de los casos, este deseo nace de una auto-percepción que se aleja de la realidad: el TDC.
¿Qué es el Trastorno Dismórfico Corporal?
Se trata de una preocupación permanente o un rechazo exagerado con relación a un defecto en nuestra apariencia que realmente es mínimo o inexistente. Quizá creemos que nuestra nariz es demasiado fea y que necesita un arreglo radical y urgente, o pensamos que el hecho de no tener senos hace que nuestro cuerpo no se vea bello o femenino.
Es decir, en el TDC el problema no está en nuestro físico, sino en lo que pensamos sobre nuestro físico y sobre nosotros mismos como personas.
Estos sentimientos negativos pueden desembocar en depresiones y ansiedad crónica y, aunque parezca que es así, muchas veces la cirugía plástica no es la solución.
El problema no está afuera
La autora más importante sobre TDC, Katharine Philips, ha señalado que muchos pacientes se sienten insatisfechos aún cuando el resultado de la cirugía estética es objetivamente satisfactorio. ¿Por qué crees que esto sucede?
El problema aparece cuando nuestra autoestima está
condicionada por nuestros complejos físicos.
Debes saber que nadie en el mundo es más feliz por ser más guapo o guapa, y que si tu autoestima depende exclusivamente de tu apariencia, nunca estarás satisfecho o satisfecha después de una cirugía, aunque a nivel estético haya quedado perfecta. Probablemente hoy te sientas a gusto, pero no tardarás en encontrar otro defecto que te sumirá en la misma depresión y que intentarás solucionar a través de otra cirugía.
Estos círculos viciosos no le hacen bien a nadie: ni el de volverte adict@ a las cirugías, ni el de pensar que la cirugía es la solución a tus problemas de autoestima.
¿Cómo sé si debería o no realizarme una cirugía estética?
Antes de tomar la decisión de operarte, siempre es bueno que te preguntes:
- ¿Cuál es mi verdadera motivación para operarme?
- ¿Es totalmente necesaria una alternativa tan radical? ¿O tengo otras opciones?
- ¿Cuáles son mis expectativas luego de la operación?
- ¿Qué cosas creo que cambiarían en mi vida después de operarme?
Después de responder a estas preguntas, tendrás una idea más concreta de lo que estás buscando: la clave está en que tus expectativas deben encuadrarse en un nivel físico y no en un nivel psicológico.
Y ¿cómo trabajo mis expectativas?
Esta es quizá la pregunta más importante de todas. La respuesta es relativa y depende de cada persona. Por eso, SIEMPRE es recomendable, tanto antes como después de una cirugía plástica, un acompañamiento psicológico y profesional que te ayudará a profundizar en tus emociones, a trabajar en tu autoestima y a encontrar el mejor camino posible a tus dudas con respecto a los cambios físicos que quieres realizar.
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